Con Lejos del cielo el cineasta Todd Haynes se presentó como un revisitador del Hollywood clásico, del cual recuperaba el estilo y los temas, pero desde una posición contemporánea que le permitía evadir las imposiciones de censura que sufrieron sus directores de referencia. Haynes adoptaba el oficio de Douglas Sirk pero constatando con imágenes hechos como las relaciones homosexuales o interraciales, algo que en plena mitad del siglo XX sólo era sugerido o tratado con ambigüedad en el cine. Las formas y el fondo de Lejos del cielo fueron aparcadas por el cineasta en la extraña (y excelente) I'm not there, pero se retomaron en la miniserie para televisión Mildred Pierce y persisten ahora en Carol, donde Haynes pone en escena un guion de la dramaturga Phyllis Nagy adaptando la novela "El precio de la sal", que la escritora Patricia Highsmith tuvo que publicar en 1951 bajo un seudónimo. Estas miradas femeninas a partir de un relato que aborda una relación lésbica le sirven a Haynes para desarrollar otro nuevo ajuste de cuentas con la censura, no ya por lo obvio de la tórrida escena de cama entre Carol (Cate Blanchett) y su joven amante Therese (Rooney Mara), también por esos nada disimulados diálogos entre Carol y su confidente Abby (Sarah Paulson) hablando con libertad sobre sus aventuras y sus amantes del mismo sexo. Todo esto propicia que se hable de cierto activismo en pro de la libertad de expresión por parte de Haynes, si bien sería injusto ya que su postura es un tanto ventajista: no hay valentía en abordar estos temas en unos tiempos en los que lo políticamente correcto se sitúa precisamente de ese lado, es decir, desde una hipócrita premisa en la que hay que defender la posición de la mujer en la ficción, al tiempo que sufre tristes discriminaciones de todo tipo en la realidad, y llama la atención que en Lejos del cielo la protagonista femenina era víctima de la inclinación homosexual de su marido, mientras que en Carol es ella la homosexual pero su compañero masculino no se presenta como una víctima de la que haya que compadecerse, sino como un obstáculo que querrá hacerle la vida imposible. Olvidémonos por tanto de ver a Haynes como un activista o cosas por el estilo, y admiremos en su justa medida su trabajo como cineasta en Carol, no ya por su evidente calidad en la recreación y puesta al día de una manera de hacer cine que ya parecía descatalogada, sino por su habilidad como narrador, sobre todo desde el punto de vista de ese trasunto de Audrey Hepburn que es Therese, para quien el descubrimiento de su sexualidad no es fruto de una aburrida introspección, sino de un iniciático viaje a un mundo que le era extraño, representado en primera instancia con ese viaje literal junto a Carol, y en segundo lugar en cómo la joven va mutando las relaciones con sus conocidos, y en cómo observa a (y es observada por) otras mujeres que encuentra en este recorrido.
Carol - Todd Haynes - 2015 [ficha técnica]
sábado, 26 de marzo de 2016
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