Los dos anteriores largometrajes del estudio Pixar que contaban con Pete Docter entre los directores acreditados narraban un relato en torno a una paternidad que sucedía de manera accidental e imposible: así como el monstruo bonachón protagonista de Monsters Inc. terminaba desarrollando un fuerte afecto paterno-filial hacia una niña a la que tendría que asustar, el anciano protagonista de Up aceptaba como un hijo al pequeño scout al cual empezó mirando con el ceño fruncido. El arranque de Inside Out, tercer largometraje firmado por Docter (con la asistencia del ilustrador Ronnie del Carmen), deja claro que no hay nada de accidental ni de insólito en el lazo natural que une a la pequeña Riley (Kaitlyn Dias) con sus parientes cercanos, cuando ésta los descubre la primera vez que abre los ojos, dejando claro que se trata de sus padres biológicos, pues el conflicto del relato no se basa en hacer posible una paternidad accidental, sino en tambalear los cimientos de un núcleo familiar que se presenta idealizado.
Tal vez haya directores más apropiados que Docter para conducir una aventura en torno a semejante disputa, pero puede que no haya ningún estudio de animación más apropiado que Pixar para desarrollar una historia de este tipo, narrada en primera persona por unos personajes fantásticos que viven en la mente de una niña, combinando un ingenuo derroche de imaginación con un esforzado y riguroso ensayo didáctico en torno al desarrollo de la mente, a cómo se forja la personalidad de un ser humano a partir de las experiencias sensoriales. Tal vez la película peque de un exceso de diálogo que resulta desmesurado, sobre todo, en su tramo inicial, pero no tardará en compensar sus defectos con una brillante capacidad de ilustrar las teorías de la mente humana mediante algo tan antitético como el cine infantil. Tal vez el más claro ejemplo lo tengamos en el trágico momento en que el personaje de Bing Bong (Richard King) se sacrifica por la protagonista, consciente de que ha llegado su hora, dejándose desvanecer en el olvido, momento que simboliza de la mejor de las maneras ese paso de la niñez a la adolescencia en el que los recuerdos de la infancia dejan (literalmente) de ser un lastre para el niño, al tiempo que éste aprende a valorar el sentimiento de tristeza como vehículo para potenciar los lazos afectivos y desarrollar empatía hacia los demás seres vivos. La desaparición de tan excéntrico personaje ("parte elefante, parte gato, parte delfín") es especialmente dramático para el espectador por haberse presentado como el impulsor de las mejores ideas del film (inolvidable la aventura en el interior del pensamiento abstracto, en el que los personajes pasan del cubismo y el dibujo en dos dimensiones a una representación no figurativa de sí mismos), acaso como último exponente de la imaginación y la inocencia que todos perdimos alguna vez, y para hablarnos de ello los artífices de Inside Out nos ofrecen imágenes que igualan, sin mucha dificultad, a las de clásicos como Dumbo o Alice in Wonderland. El cine de animación por ordenador había sido capaz de muchas cosas, pero pocas veces había mirado de tú a tú a los clásicos y los había superado de una manera tan clara.
Inside Out - Pete Docter, Ronnie Del Carmen - 2015 [ficha técnica]
martes, 13 de octubre de 2015
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