Puede que el detalle técnico más llamativo de Inside Llewyn Davis, una de las películas más sosegadas de cuantas los hermanos Coen han rodado en toda su carrera, sea el hecho de que los cineastas hayan tenido que prescindir, por problemas de agenda, de Roger Deakins, su habitual director de fotografía, optando por alguien como Bruno Delbonnel, conocido por trabajos de corte más tenebrista que el mostrado por los Coen en sus anteriores acercamientos al Siglo XX americano a través del prisma de Deakins, a saber, Barton Fink, El gran salto, O Brother!, El hombre que nunca estuvo allí, Ladykillers y Un tipo serio. No por casualidad, el cromatismo ofrecido por Bruno Delbonnel es uno de los signos característicos del film, hasta el punto de suponer un sutil punto de ruptura dentro de una filmografía más apegada al realismo de Edward Hopper o, incluso, al colorido de artistas pop como Roy Lichtenstein. La imagen de Inside Llewyn Davis no recurre al claroscuro de los trabajos de Delbonnel para Tim Burton o Jean-Pierre Jeunet, pero sí que ofrece un tratamiento del color apagado, casi grisáceo, que mima la cuidada escenografía que la película desarrolla, sobre todo, en los exteriores de ciudades como Nueva York o Chicago, y que es tan acorde con la música folk de cantantes como Dave Van Ronk (cuya biografía encubre el guion del film) como con la historia y el personaje central del relato, notablemente encarnado por un afligido Oscar Isaac.
Si el drama de Inside Llewyn Davis, con su macabra estructura circular (que deja al protagonista encerrado para siempre en su miserable situación), no alcanza mayores cotas trágicas es porque los Coen se cuidan de aliviar la situación con un sensible y elegante (hilarante a veces) sentido del humor, que sirve tanto al protagonista como al espectador de mecanismo de defensa ante su mala fortuna. Tanto es así que, al final, el espectador no entiende por qué Davis insiste con tanto afán en sobrevivir con una ocupación que se le da bien pero con la que ni siquiera parece disfrutar, de hecho, tal vez la gran asignatura pendiente de los Coen como responsables del film es su escasa capacidad para transmitir la pasión de su personaje principal. En ese sentido, se echa en falta la virtud de su compatriota Clint Eastwood, quien da igual que nos hable de folk, de blues, de boxeo o de rugby, al final uno siempre termina contagiándose de las pasiones de sus personajes.
Inside Llewyn Davis - Ethan Coen, Joel Coen - 2013 [ficha técnica]
lunes, 13 de enero de 2014
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Muy buena entrada. El apunte que haces sobre la estructura circular de la película me ha parecido brillante, y si te parece bien lo comentaré en tu reseña, avisandolo y enlazando con tu entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias, me parece fenomenal que me cites. Que sepas que, aunque rara vez comente, sigo siendo un asiduo de tu blog.
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