El cineasta neozelandés Andrew Dominik apuesta en su último trabajo por el estilo realista y violento que caracterizó a los irrepetibles primeros trabajos de Quentin Tarantino, y que éste abandonó alentado por colegas como los hermanos Weinstein quienes, por cierto, se encargan de la distribución de Mátalos suavemente. No son pocos los elementos del film de Dominik que emulan a los inicios del nacido en Knoxville. Para empezar, en la adaptación de la novela de George V. Higgins "Cogan's Trade", Dominik cuenta con un elenco que, como en Reservoir Dogs, está integramente compuesto por personajes masculinos (únicamente, y hablo de memoria, una actriz tiene un papel "hablado": la joven Linara Washington haciendo de prostituta) quienes sostienen inacabables diálogos en los que los temas se sacan de quicio, haciendo un uso de un lenguaje soez y políticamente incorrecto, con lo cual las puntuales escenas de violencia asaltan de forma inesperada al espectador. Y es que, en contra de lo que se suele decir, tanto con este Dominik como con el primer Tarantino no estamos hablando de un cine especialmente violento, sino de una escritura planificada de tal forma que los escasos minutos de violencia física explotan sobre el resto de la filmación. Hay incluso entre las secuencias montadas aquí por Brian A. Kates y John Paul Horstmann evocaciones a ese uso "tarantiniano" de las canciones como banda sonora extradiegética; o esas escenas oníricas de alucinación mental, donde el tempo y el estilo visual cambia radicalmente (en cierto modo, al estilo de la escena del chute de Pulp Fiction), como cuando el ladrón Russell (Ben Mendelsohn), puesto de drogas de todo tipo, no es capaz ni siquiera de mantenerse consciente mientras dialoga con su socio Frankie (Scoot McNairy), o cuando el desgraciado Markie Trattman (Ray Liotta) es asesinado mientras detiene su coche en un semáforo, para ser posteriormente atropellado por otros vehículos, donde su muerte es más una suave liberación de su agonía que un hecho dramático (véase, en contraposición, la brutal escena de la paliza a Markie que vemos unos minutos antes). En definitiva, elementos que Dominik interpreta como manera de ofrecer (dentro de las posibilidades del lenguaje cinematográfico) un material creíble a los espectadores.
Y Dominik persigue esto tal vez porque cuando los matones, ladrones y, en general, criminales de poca monta campan por los escenarios urbanos de Mátalos suavemente un acontecimiento histórico tiene lugar en los Estados Unidos: las elecciones presidenciales de 2.008, donde un candidato negro, Barack Obama, fue elegido por primera vez en la Historia de ese país. Sin embargo, excepción hecha del discurso final del asesino a sueldo Jackie Cogan (Brad Pitt), tal vez algo en disonancia con la identidad del matón, ninguno de los personajes presta la menor atención a lo que acontece a nivel político. Tanto es así que los insertos de imágenes y audios de archivo relacionados con el evento son completamente independientes de la trama en la que se ve implicado Cogan, hasta el punto de que podían ser eliminados del relato sin que éste se resintiera, si bien así perderíamos la lectura más interesante de esta película. Y es que puede que resulte ventajista por parte del realizador el hecho de ofrecer una mirada vaticinadora cuando ya ha pasado el tiempo, pero pocas películas americanas han representado de una manera más directa y visceral el desencanto del pueblo americano en la era post-Obama, al enseñarnos el proceso de ascenso de un presidente mientras unos individuos despiadados negocian entre sí con la vida de los demás como si la cosa no fuera con ellos. Dominik ya puso bastante en su irregular pero muy notable El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford de ese canto a la otra Historia, la real y no la legendaria, la que no se escribe en los libros ni sale en los noticiarios, si bien tanto en aquel western como en el caso de Mátalos suavemente no trata únicamente de desmentir una determinada versión de los hechos sino de hacernos ver lo que esa versión tiene de artificio: al igual que el personaje que al final de su anterior film se paseaba por los teatros para contar su verdad, las aparatosas y coloridas imágenes "reales" de la política electoral insertadas dentro de las secuencias de ficción rodadas por Dominik, con la frialdad y pausada cotidianidad antes comentada, hacen que parezca mucho más creíble el deambular de los personajes en la ficción que los aplaudidos mitines electorales en la realidad.
Killing Them Softly - Andrew Dominik - 2012 [ficha técnica]
jueves, 8 de noviembre de 2012
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Muy buena ntrada y buena película. La lectura política es lo más interesante, además del cuidadísimo aspecto visual. Tampoco creo que juegue tanto al vaticinio, ya que como presenta en la película Lehman Brothers ya había quebrado.
ResponderEliminarSi te apetece, te invito a que leas nuestra reseña.
Saludos
Lo que quería decir es que existe realmente en los USA una sensación de decepción por el trayecto de la administración Obama (pese a que acaba de ser re-elegido), y la lectura de Dominik es a toro pasado, aunque sitúa su acción cuando medio país depositaba sus esperanzas en el presidente que los iba a sacar del hoyo, para ridiculizar este hecho. Si hubiera realizado esta película en aquel momento no hubiera hecho una lectura de la realidad sino un vaticinio.
EliminarGracias por el comentario.