La primera parte de la popular trilogía literaria de Stieg Larsson casi parece un relato ideado para el imaginario de David Fincher, un director eventualmente interesado en historias sobre asesinatos en serie, como las desarrolladas en Zodiac, Seven o, incluso, Alien³, por ello pienso que no sólo hay que ver este movimiento por parte de Fincher como una incursión en el cine alimenticio con el fin de poder desarrollar relatos más personales en el futuro, también es un episodio perfectamente posible dentro la filmografía del director, después de esa grandilocuente revisión de la literatura de Scott Fitzgerald bajo un optimismo casi capriano que fue El curioso caso de Benjamin Button o de dar su particular versión del mundo contemporáneo en la brillante La red social. De hecho, más o menos toda la primera hora de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres constituye un ejercicio narrativo impecable, de lo mejor que ha rodado el director, en parte gracias a su portentosa habilidad para crear atmósferas malsanas (aquí apoyadas en el gélido paisaje sueco que sirve de escenario tanto al libro de Larsson como a sus adaptaciones cinematográficas), pero también por la manera en la que el realizador acelera la narración mediante una inteligente economía narrativa (algo valiente si suponemos que el film se dirige a públicos multitudinarios, acostumbrados a narrativas subrayadas): véase, por ejemplo, cuando Mikael Blomkvist (Daniel Craig) explica a Henrik Vanger (Christopher Plummer) su deseo de volver en el último tren para pasar la noche en su casa en Estocolmo, posteriormente, un brevísimo plano de un tren partiendo de una estación al atardecer nos dice que Mikael pasará la noche en el (ficticio) pueblo de Hedestad, atraído por el trabajo que Henrik le ofrece, o cuando vemos a la desequilibrada Lisbeth Salander (Rooney Mara) quitar el precio a un libro sobre Bobby Fischer, para acudir después a un apartamento donde hallará a un hombre inconsciente junto a un tablero de ajedrez, indicando el lazo afectivo que unía a la joven con su tutor. Ello perdona otras artimañas menos honorables de Fincher, como el intento de engañar al espectador en la secuencia en la que vemos a Lisbeth mentalmente destrozada en la intimidad, después de ser brutalmente violada por su nuevo tutor, Nils Bjurman (Yorick van Wageningen), algo extraño si se tiene en cuenta que la propia violación formaba parte de un calculado plan de la victima para vengar a su opresor y someterlo de por vida.
Transcurrido este frenético primer tramo de la narración, el trabajo de Fincher peca de mecánico, cuando monta continuamente en paralelo las investigaciones de Mikael y Lisbeth, sin conseguir atraer el interés hacía el relato más allá de lo que concierne a resolver el misterio que los protagonistas pretenden descifrar, por no hablar de un rarísimo epílogo (habílmente montado, eso sí) en el que Lisbeth se embarca ella solita en una operación de estafa millonaria y a gran escala, para terminar en un innecesario canto al amor no correspondido entre los protagonistas. Con todo, Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres no es un film que pueda usarse para desacreditar la profesionalidad de su director, alguien que en todo momento maneja con respeto el material de partida y, aunque a día de hoy aún no se sabe nada de una posible adaptación americana para la segunda y tercera parte de la trilogía de Larsson, sería más que lógico si Fincher fuera el encargado de completar esta particular versión en la que en Suecia se habla, con fluido acento nórdico, la lengua de Shakespeare.
The Girl with the Dragon Tattoo - David Fincher - 2011 [ficha técnica]
sábado, 11 de febrero de 2012
Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres
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Coincido ampliamente con tus apreciaciones Manué. Es meritorio que al conducir un material tan "sobado" Fincher no haya puesto el piloto automático para hacer más de lo mismo. Elimina parte de la moralina inherente a la novela y nos muestra a una Salander que es "mala" no por el pasado fascista del país (típico complejo de culpa pseudo-progre), sino por su propia naturaleza. La puesta en escena es brillante, pero a Fincher creo que hoy en día hay que pedirle algo más.
ResponderEliminarEs un filme que no hace daño a nadie, y a pesar de que desde el punto de vista literario el material es flojo; para un director como Fincher esa atmósfora malsana podría haber servido para realizador algo más incendiario. Sin duda es un bajón tras sus tres últimas y muy brillantes películas.
También darte gracias por ese enlace torrent para bajar 'The turin horse'. Es una versión excelente. Un saludo.
De nada. Es indignante la falta de rigor con la que la prensa ha tratado el "estreno" de la película de Béla Tarr. Lo que más desconsuela es cómo los críticos se miran el ombligo hablando de la grandeza de una película sin preocuparse por comprobar si sus lectores tienen acceso a ella. Un cambio en el modelo de distribución es posible, y si la industria no lo quiere ver tendremos que ser los espectadores los que nos busquemos la vida.
EliminarPara seguir el cine de hoy tenemos que hacer como a la hora de seguir las series de tv: el usuario es su propio programador. Varios de los filmes que más me gustaron el año pasado los tuve que ver por otros medios. Y no estoy hablando de rarezas exóticas, sino de una muestra del cine de terror con cierto poder comercial como 'H2', por poner un ejemplo.
EliminarPor cierto, ayer vi 'The turin horse' de madrugada; y la verdad es que me ha impresionado. No me ha aburrido tanto como esperaba en un principio y tiene un poder de sugestión tremendo. Eso sí, también le pondría algunas pegas. Cuando escribas la crítica ya la comentamos. Un saludo.