Hay dos aspectos meta-cinematográficos en los que el director Nicolas Winding Refn busca un sentido artístico para un film, en el fondo, tan sencillo y directo como es Drive. Por un lado, el cineasta persigue la recreación de matices de cierto cine de serie B de los años ochenta, como son un determinado uso de la iluminación en exteriores o la elección para la música extradiegética de canciones de corte electrónico analógico, lo que, por otro lado, contribuye a crear una lúgubre atmósfera en la filmación de la decadente ciudad de Los Ángeles, que en Drive, más que un escenario, es casi un personaje más del relato. Por otro lado, el autor de Valhalla Rising retoma el testigo del cine de acción entendido de una manera un tanto erudita, anteponiendo un refinado sentido estético a la adrenalina habitualmente atribuida al género, allí donde lo dejó Jim Jarmusch en Ghost Dog y, en menor medida, Los límites del control, o David Cronenberg en Una historia de violencia. Nicolas Winding Refn se diferencia de Jarmusch en que prescinde de cualquier mínimo rasgo de humor a la hora de seguir las andaduras de sus personajes, y comparte con Cronenberg el encaramiento frontal de la violencia cuando estalla inesperadamente en medio de una situación de calma (con esos insertos, casi gore, de los personajes siendo acuchillados de manera despiadada y su sangre inundando el plano), lo que en Drive deviene desconcertante sobre todo debido al carácter sosegado de su anónimo protagonista (al que da rostro Ryan Gosling) y a los brotes de psicopatía que puntualmente demuestra su excéntrica antítesis, el mafioso Bernie Rose (Albert Brooks). Por todo ello, pero también por un uso del punto de vista sumamente inteligente, que sabe sacar el máximo partido a un mínimo de recursos (véanse las secuencias de las persecuciones, logrando un efecto espectacular mientras que la cámara apenas abandona el vehículo del protagonista), el realizador consigue desarrollar buena parte del relato ganándose la atención del espectador pese a la simplicidad del material de fondo, si bien sus habilidades van decayendo a medida que el film se acerca a sus minutos finales, quizás porque empieza a dudar de su constancia y añade innecesarios saltos temporales que suponen pequeñas salidas de tono, como son los flashbacks montados en paralelo cuando Shannon (Bryan Cranston), después de dar el domicilio de Irene (Carey Mulligan) a sus perseguidores, se lo explica al protagonista, o cuando éste último, al final, pide a Bernie que le acompañe al lugar donde tiene escondido el dinero del robo.
Drive - Nicolas Winding Refn - 2011 [ficha técnica]
miércoles, 28 de diciembre de 2011
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No creo que en el fondo sea tan sencilla. Es que la forma es el fondo del filme: diversos encuadres de carácter simbólico, la propria progresión dramática tanto del protagonista como del antogonista... en este sentido estoy bastante de acuerdo con Óscar Brox en su texto para 'Miradas de cine' (le he comentado y todo, jeje), creo que la peli juega muy bien con los códigos del género que evoca. Y ya a un nivel sensorial creo que es una de las tres o cuatro película que más he disfrutado en una sala de cine este año. Entrará sin duda en mi top 10.
ResponderEliminarPor cierto, tengo curiosida por saber qué te ha parecido la celebrada 'The artist'. A mí me ha decepcionado muchísimo. Un saludo.
Hablando de experiencia sensorial, los espectadores de Drive recalcan que la película "te mantiene en tensión". Yo creo que esa tensión no se logra gracias a los cuidados aspectos sensoriales del film, sino a los abruptos cambios de tono para pasar de la calma a la violencia más atroz. El espectador desconoce en qué momento y de qué modo pueden "estallar" sus protagonistas, pero sabe que antes o después lo harán, por eso está en tensión.
ResponderEliminarNo he visto The artist, pero tal vez le dé una oportunidad.
Gracias, una vez más, por tu comentario.