Resulta extraño que los prosélitos del cine de Apichatpong Weerasethakul vieran en la Palma de Oro otorgada a Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas una manera de premiar al director tailandés allí donde su cine se había vuelto más convencional, extraño porque su última película no es precisamente normal: si se la compara con Tropical Malady, el otro largometraje de Weerasethakul estrenado en nuestro país, Uncle Boonmee no tiene, por ejemplo, una enorme grieta en medio del relato que destruye la narración dividiendo la película en dos, de acuerdo, pero eso no significa que el film no sea tanto o más irreverente que todo lo realizado por el director tailandés hasta la fecha. Hay en la película una extraña búsqueda del uso del plano como experiencia límite, como si se tratara de estirar cada toma hasta la exasperación, creando la sensación de que no ha habido un trabajo de selección de imágenes, como si el largometraje fuera una consecución caótica de todas las tomas realizadas: paradójicamente, se consigue con ello un resultado final en el que las costuras del proceso de edición quedan tan expuestas como si Lee Chatametikool, habitual montador de Weerasethakul, hubiera escogido un montaje sincopado, es decir, justo lo contrario. Por otro lado, tampoco hay una linealidad clara en el relato. Puede entenderse, cierto es, una historia con presentación, desarrollo y desenlace, pero no sin atravesar singulares derroteros, como pueden ser el tan bello como extraño (y, por ello mismo, célebre) prólogo con el búfalo en medio de la selva tailandesa; el cuento central, peligrosamente cercano a lo cómico, de la princesa que ofrece sus riquezas a un estanque mágico donde se entrega sexualmente a un ente sobrenatural con forma de pez, o el momento en el que uno de los protagonistas revela su sueño acerca del futuro mientras una sucesión de insólitas fotografías fijas nos muestra a unos jóvenes soldados que parecen divertirse con un hombre disfrazado de mono. En paralelo a todo ello, y aquí está lo más interesante del proyecto, el director nos ofrece un canto a los tiempos pasados que aprueba la comunión con la naturaleza y el concepto panteísta de la existencia (expresado mediante esa sucesión de situaciones en la que se dan la mano lo fantástico y lo cotidiano), y censura los nuevos modos de vida, especialmente en esos minutos finales posteriores a la desaparición del protagonista, donde comienzan las revelaciones más directas de lo que el autor de Uncle Boonmee nos quiere contar. Admitamos que los recursos para hacerlo puedan resultar tediosos, pero es positivo que sigan quedando cineastas en activo dispuestos a buscar nuevas maneras de utilizar el medio cinematográfico, sobre todo cuando no olvidan hacerlo con fines comunicativos, teniendo presente que el cine es, ante todo, un lenguaje.
'Loong Boonmee raleuk chat' - Apichatpong Weerasethakul - 2010 [ficha técnica]
sábado, 25 de diciembre de 2010
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Esta película tiene elementos de gran interés, y es positivo que se estrenen películas que ofrecen un lenguaje cinematográfico más experimental o vanguardista. Pero tampoco nos engañemos, es un film muy sobrevalorado, y creo que tanta crítica aclamando a esta obra como una instantánea obra maestra (no suelo usar este calificativo hasta que pasan unos años del estreno, a no ser que el film realmente me marque) le ha echo un flaco favor.
ResponderEliminarLa crítica ( o ciertos sectores de la misma, ya sabemos quiénes) se ha centrado en inflarla en vez de hacer una labor didáctica para favorecer la recepción del público (español concretamente), porque no es una obra común o narrativamente convencional, y las expectativas se van al traste con mayor facilidad, o eso creo yo.
Dicho esto, reitero que es un film muy interesante, y mi interés por conocer la obra del director tailandés es alto (voy a intentar conseguir 'Tropical Malady' y 'Síndromes y un siglo'), pero de todas formas, la película peca de exceso de exhibicionismo posmoderno y rupturista por parte del director (el anticlímax final no le hace ningún favor a toda la narración interior y el prólogo lo mismo, unos planos que pueden significar mil cosas o ninguna). Un abrazo.