La nueva película de Abbas Kiarostami materializa la capitulación de una errática etapa en la carrera del autor iraní de la que se diría que intentaba desintegrar su propio cine a base de proponer ejercicios cada vez más radicales. Y es que, si bien es cierto que el cine del director nunca ha contado con un exagerado beneplácito del público, en todos los largometrajes que Kiarostami rodó antes de la minimalista Ten, en obras maestras como Close up, Y la vida continúa o El sabor de las cerezas (por las cuales fue consagrado en festivales y filmotecas de todo el mundo) el director ofrecía un contenido cinematográfico más accesible, menos transgresor para el espectador tradicional, una práctica que parecía haber aparcado para siempre y que es, a mi juicio, mucho más interesante que el cine extremo propuesto en Five, en 10 on ten o, sobre todo, en Shirin. Sin embargo, la buena noticia no es que Kiarostami haya regresado a un cine de estructura más cabal (es probable que Copia certificada sea su trabajo más correcto en términos académicos), sino que ha retomado la altura de sus pretensiones temáticas: lo que hacía grande al cine que Kiarostami rodó en el Siglo XX era la grandeza del director a la hora de manejar conceptos abstractos mediante la plástica del lenguaje cinematográfico.
En Copia certificada esta grandeza se ve lastrada por el empleo de actores profesionales, que sin tener la inocencia de los anónimos, bajo la tutela de Kiarostami tienen el mismo grado de sobreactuación, pero también se ve magnificada por un generoso presupuesto con el que el director casi nunca había contado y que potencia las posibilidades narrativas de su cine: basta con ver el plano, tantas veces presente en el cine del realizador, de los protagonistas en el interior de un coche, sin estar en este caso velado por la escasez de medios, sino aprovechando el sutil trabajo del operador Luca Bigazzi, con el paisaje rural que recorre el vehículo reflejado elegantemente en el parabrisas. Y es que Kiarostami da en esta película una importancia vital a los reflejos, siendo elementos fundamentales de su puesta en escena los espejos, las imágenes duplicadas, las copias. Así, la Copia certificada del título no se refiere tanto al facsimil del arte como a la copia de los individuos, y ello es algo que el autor no tarda en exponer mediante el personaje de James Miller (William Shimell) cuando afirma en su discurso inicial que la copia se encontraba ya antes en la genética que en el arte. Ello enlaza con los primeros compases del film en los que, a medida que la conoce, Miller intenta aleccionar a su admiradora (Juliette Binoche) sobre cómo educar a su hijo, quien es, en palabras de ella, el vivo retrato de su padre. Pero, como no podía ser de otra manera, este primer discurso sobre el carácter repetitivo de la procreación humana enseguida se queda pequeño en manos de Kiarostami, quien dinamita el relato en el momento en el que proyecta el concepto de "copia" sobre la invariabilidad del comportamiento humano y sobre sus consecuencias como detonante del tedio en la vida de pareja, y lo hace permitiendo que sus personajes entablen un ejercicio de recreación (tanto interpretativa como física, de ahí que se subraye el ritual mediante el que se acicalan frente al espejo), en el que cada uno finge ser la pareja real del otro, para descubrir la escasa diferencia que hay entre ambos, al tiempo que analizan lo que tienen en común con todas las parejas que se encuentran por el camino. En este caso, las conclusiones que Kiarostami plantea con su discurso tienen un tono mucho más desolador de lo que el director acostumbra a ofrecer, en parte por poner cada vez más en el centro del relato a un personaje tan apático como el de Miller, quien asume al final su patética condición de participante de un juego del que se creía espectador. Así nos lo cuenta Kiarostami, una vez más, en un magistral plano final que podría ser analizado durante horas.
'Copie Conforme' - Abbas Kiarostami - 2010 [ficha técnica]
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola!!
ResponderEliminarPermiteme presentarme soy Adriana, administradora de un sitio web, visité tu blog y está genial,
me encantaría poner un link de tu blog en mi sitio y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
Exitos con tu blog.
Un beso
Adriana
Adriana8802@hotmail.com
Magnífica película. Peca de exceso de verborrea en los primeros minutos pero a partir de la escena de la conversación con la camerera la película sufre un proceso de transformación irrestible, sutil, con ideas muy complejas que están plasmadas de forma sencilla, además del sugerente y nada grandilocuente plano final. Soberbio.
ResponderEliminarÉsta es la primera película que he visto de Kiarostami y no podía haber dejado mejor sabor de boca. He conseguido gran parte de su filmografía, creo que tengo todo a partir de '¿Dónde está la casa de mi amigo?' excepto los documentales, colaboraciones diversas y 'Shirin'. Si pudieras aconjarme por dónde seguir ahora para tantear correctamente el terreno de la filmografía del iraní te estaría agradecido. Gracias y un saludo.
Mírate la trilogía de Koker en orden cronológico y complétala si te apetece con El viento nos llevará. Después sé testigo de su progresivo paso al cine experimental con tres películas que no hay que juzgar nada más haberlas visto, sino tras haberlas pensado mucho y, si tienes tiempo, tras revisarlas: Close up, El sabor de las cerezas y Ten.
ResponderEliminarAparte de Kiarostami, me gusta mucho Jafar Panahi, en particular El globo blanco, El espejo y Offside. También tienen muy buena prensa los Makhmalbaf, familia de cineastas de la que no puedo recomendarte mucho porque he visto poco de ellos y no me llega a fascinar.
Gracias a ti por tus comentarios.