Después de ofrecernos historias de construcción más tradicional y/o convencional en Hana y Still Walking, Hirokazu Koreeda retoma en Air Doll el estilo que nos ofreció en su fabulosa Nadie sabe, un estilo al que podríamos llamar "costumbrismo insólito" por lo que estas películas tienen de peculiares y a la vez de realistas. Sin embargo, y muy a pesar de los que, como yo, seguimos desde hace años el cine del director japonés, Koreeda no consigue dar a Air Doll el acabado de aquel trabajo, al hacer de su última película una historia a la deriva, excesivamente dispersa y, a ratos, algo sensiblera. Esa dispersión se debe al error de Koreeda de querer encontrar en esta especie de actualización del cuento de Pinocho (o del de La sirenita, al que los propios personajes citan en varias ocasiones) un vehículo para cuestionarse casi todas las crisis del ser humano contemporáneo: la soledad del individuo, la crisis de identidad, el paso del tiempo o el carácter efímero de existencia. Desde luego, el director ha demostrado tener capacidad para hablarnos de todas esas cosas, pero no si se intentan exponer todas ellas al mismo tiempo y, de paso, superponer por encima del discurso una especie de hueca experimentación con las capacidades audovisuales del relato, recordándonos así al cine excesivamente new-age de algunos vecinos de continente como Kim Ki Duk, y no al del director que en Still Walking supo coger el relevo del mejor costumbrismo asiático. Existen, por suerte, algunos pasajes en los que Koreeda reivindica su manera de ver la vida a través del cine: me quedo con la simpática composición que la actriz Doona Bae hace de Nozomi, la muñeca sexual que cobra vida, y el camino iniciático que el personaje emprende en el mundo que le rodea, algo que, pese a lo adulto del asunto, tiene mucho de infantil, y encaja perfectamente dentro del cine de su autor.
'Kûki ningyô' - Hirokazu Koreeda - 2009 [ficha técnica]
lunes, 16 de agosto de 2010
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