Una de las cosas que más me gustaron de Los mundos de Coraline fue esa manera de llevar la técnica del stop-motion al más difícil todavía que hace de la realización de cada secuencia una labor imposible para sus artífices, lo que se traducía en aquel trabajo (como en muchos otros) de Henry Selick en que cada pequeño detalle filmado tuviera una enorme capacidad de fascinación. Selick iba a ser, en principio, director del departamento de animación y mano derecha de Wes Anderson a la hora de abordar la novela infantil de Roald Dahl Fantastic Mr. Fox (editada en España por Alfaguara con el título de El superzorro), algo que cambió con el cierre de los estudios Revolution, situación que dio lugar a que Selick abandonara el equipo de Anderson y fuera reemplazado por Mark Gustafson. Supongo que fue la entrada de alguien más inexperto lo que hizo que el cuento de Dahl fuera llevado a la pantalla con una filosofía diametralmente opuesta a la de Selick, es decir, no buscando un uso virtuoso y espectacular de la animación de figuras articuladas, sino desarrollando la técnica de stop-motion de una manera deliberadamente artesanal, de entrada, reduciendo el número de fotogramas por segundo a doce, consiguiendo así unos movimientos más bruscos que subrayan lo artificioso de la técnica, al tiempo que no se ocultan las huellas del artesano, por ejemplo, al fotografiar los movimientos caóticos en el pelo de los personajes como consecuencia del contacto con la mano del animador. En cualquier caso esto no debe suponer un lastre: que la animación sea imperfecta y que, además, esta imperfección sea impostada, no tiene por qué traducirse en una pérdida de la capacidad de fascinación de la que hablamos, siempre que se aprovechen otras virtudes del stop-motion en cuanto manera de realizar cine que aúna lo mejor de la animación con lo mejor de la imagen real: el creador ejerce un control total sobre la obra, actores incluidos, de manera que no hay sitio para histrionismos no deseados, al tiempo que la técnica dificulta gratuitos movimientos de cámara, con lo que el resultado es un cine contenido y con una gran dependencia de la puesta en escena. Virtudes que, por desgracia, Fantástico Sr. Fox no termina de aprovechar: Pese a que se trata de una película muy entretenida y de un envidiable ritmo, el film de Wes Anderson desaprovecha a menudo las ventajas de la animación en general y el stop-motion en particular, ya que se comporta en casi todo su metraje como una comedia dialogada, basada en el texto de sus personajes más que en las imágenes o en las acciones, excepto en contados momentos donde se ponen en escena algunas ideas visuales realmente brillantes (véanse, por ejemplo, planos como aquél en el que el protagonista se cuela en una de las granjas de sus enemigos y el robo se muestra en los monitores de vigilancia a modo de viñetas de cómic). Wes Anderson podía haberlo hecho mejor.
'Fantastic Mr. Fox' - Wes Anderson - 2009 [ficha técnica]
domingo, 25 de abril de 2010
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