Los estudiosos del llamado Nuevo Cine Argentino coinciden al ubicar el inicio de este movimiento hace poco más de diez años, con el estreno de películas como Pizza, birra, faso o Mundo grúa. Lo que muchos no advierten es que, en cuanto a popularidad, esta corriente puede dividirse cronológicamente en dos etapas, en la primera de las cuales experimentó, al menos en España, una fase de invisible existencia (algo grave si se tiene en cuenta que estamos hablando de películas ya de por sí nada fáciles de comercializar), coincidiendo con el auge de otro tipo de cine argentino, éste mucho más popular, que fue una especie de relectura amable del cine independiente americano de los noventa, y que se llegó a bautizar con cierta mala uva como "películas con Ricardo Darín", en alusión a la aparición del actor en la mayoría de ellas. En poco tiempo éstas películas fueron dejando de interesar, coincidiendo con la aparición de otro tipo de trabajos, como fueron las comedias minimalistas de Carlos Sorín Historias mínimas y Bombón: El Perro, que se encontraban a medio camino entre la amabilidad de aquellas comedias y la radicalidad de las películas integradas en el Nuevo Cine Argentino. Por todo ello, muchos conocimos de manera tardía a los militantes de este nuevo cine, cuando ya iban por su tercer o cuarto trabajo: en mi caso conocí a Pablo Trapero en El bonaerense, a Lucrecia Martel en La mujer sin cabeza y a Lisandro Alonso en Liverpool.
Se dice de Lisandro Alonso que es uno de los cineastas argentinos (cuando no mundiales) más importantes de su generación. Yo sólo dispongo de un ejemplo de su filmografía, el único que las distribuidoras han decidido traer a nuestras carteleras (aunque esto, gracias a Internet, vale cada vez menos como excusa). Por lo poco que he visto, puedo decir que aprecio bastante su manera de filmar, siendo poseedor de un lenguaje valiente, en el sentido de que no teme a enfrentarse al espectador, pero tampoco parece que busque gratuitamente su provocación. Sin embargo, en el caso concreto de Liverpool, encuentro que el fin último de esta forma límite de representación no está a la altura, que Lisandro Alonso es capaz de desarrollar un lenguaje personal sin saber muy bien qué hacer con él. Así, si bien es destacable tanto la ciega confianza que Alonso deposita en su personaje principal (hasta el punto de que el sucio realismo de Liverpool parece una consecuencia del carácter errante de su protagonista) como la volatilidad de su hilo conductor (el cual da un osado giro en su tramo final), da la impresión de que el director pretendía habernos ofrecido algo mucho más trascendente, a juzgar por el plano detalle con el que se cierra la película, una justificación de su título que carece de la suficiente fuerza.
'Liverpool' - Lisandro Alonso - 2008 [ficha técnica]
jueves, 30 de julio de 2009
Liverpool
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