En un momento de Caótica Ana, la mecenas francesa interpretada por Charlotte Rampling incita a su discípula a que pruebe la pintura al óleo para superar el tono naïf de las ceras aplicadas a sus cuadros. Ana (Manuela Vellés) contesta que ella quiere evadirse, o algo así, para defender unos cuadros de los que sabremos al final que, en realidad, constituyen la obra pictórica de la malograda hermana de Julio Medem. La belleza de esos cuadros queda fuera de discusión, como también la belleza de algunas imágenes de Julio Medem, pero no así el tono naïf del que también se contagia el último film del director, cuya carrera cinematográfica fue en ascenso hasta que filmó Tierra, todavía su película más inteligente, para después ir perdiendo interés con cada nuevo film, en una caída imparable donde Caótica Ana sería su peor trabajo hasta la fecha. Medem es un buen ejemplo del cine español de los noventa, plagado de jóvenes promesas que se han ido apagando con la edad, y que nos dejaron un cine a menudo tan bello como despegado de la realidad, gracias al cual podemos conocer muy bien cuál era la forma de contar las cosas de una generación, pero no cómo era el mundo donde vivieron esos narradores. Entrados ya en la nueva década, alguno de sus trabajos se ha impregnado de lo peor del cine sucesor: Ana vive en una de esas comunidades de "artistas revolucionarios" como la que vimos en la sonrojante Noviembre o en todas esas series de televisión de moda sobre triunfitos en su apogeo hormonal. La protagonista y su amiga a veces recuerdan incluso a la Juani de Bigas Luna, con la salvedad de que aquél ponía la cámara a la altura de los personajes, mientras que Medem intenta elevarla muy por encima, dando como resultado un discurso enteramente apoyado en las divagaciones de dos okupas fumadas, y apuntemos que las interpretaciones de Bebe y de Vellés rozan el ridículo, sobre todo cuando esta última finge ser decapitada, torturada, etc. en momentos de trance (podemos anticipar que la prensa hablará de "joven promesa" o de "valiente interpretación": esto no se debe a su labor profesional, sino a pasear desnuda casi todo el rato pese a su juventud).
Perdido ya el interés por el estilo cinematográfico de los noventa, a directores como Medem sólo les queda intentar hablar sobre la realidad, algo que nunca han sabido hacer, sobre todo si utilizan para ello el arte naïf, un lenguaje pleno de ingenuidad y sinsentidos, gracias al cual, Medem es capaz de filmar planos de Manhattan o de Madrid de forma que nos parezcan lugares desconocidos. La realidad en Caótica Ana no se pretende incluír de manera figurativa, sino al complementar su discurso de filosofía barata con un cine denuncia traído por los pelos en un desenlace que chirría por mucho que las protagonistas hayan estado viendo a George Bush momentos antes en la tele (no es suficiente, Medem debería aprender de Michael Haneke en lugar de limitarse a copiar Cache, que contenía un recurso casi idéntico, pero de un arte infinitamente superior). El film viene a ser un canto a la mujer contra la capacidad destructiva del hombre, uniendo en una misma protagonista a todas las mujeres que han sufrido esta destrucción a lo largo de la historia, hasta llegar al presente, donde el monstruo es, cómo no, la Guerra de Irak. No podía ser de otra forma de manos del director de La pelota vasca: Medem considera que, tratándose de terroristas, hay que dialogar detenidamente con todos los verdugos y escuchar sus ideales, pero si nos encontramos con un mandatario norteamericano la cosa cambia, hay que cagarse en él, al tiempo que se le describe como violador, pervertido y no sé cuántas cosas más. Lo peor no es ya esta ridícula crítica política, sino cómo se contradice el film en conceptos mucho más básicos: después de un prólogo metafórico con un halcón y una paloma (relacionado con el epílogo protagonizado por Ana y los malos), se nos presenta a la joven en mitad de una patética fiesta ibicenca, rodeada de machos que adoptan formas de animales bajo los efectos de las pastillas, para terminar adorando el enorme falo de uno de ellos. No se me ocurre peor manera de arrancar una historia sobre diosas y matriarcas.
'Caótica Ana' - Julio Medem - 2007 [ficha técnica]
lunes, 27 de agosto de 2007
Caótica Ana
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Hola, Manué. esta mañana acudí a primera hora a ver si habías publicado la crítica de esta película. Hasta media mañana ( más o menos) no estaba lista. Bueno mi comentario al respecto es que estoy de acuerdo con todo lo que en ella reflejas. Poco puedo argumentar más, no tengo ni la cultura cinéfila que tu posees ni he visionado tantas películas como has hecho tu.
ResponderEliminarEn fin, de este director sólo conozco alguna película,(y por lo que sospecho me he perdido las mejores)pero creo que si vuelvo a ver algun filme suyo será porque indudablemente el hecho de acudir al cine a ver una película tiene gran encanto para mí, no porque vaya a esperar algo impresionante. Dicho esto, me retiro no sin antes comentarte que en esta crítica de esta película denoto refleja cierto "enfado" , algo así como una sensación de que te han tomado el pelo, o me equivoco ???
Un saludo y nos vemos en la próxima.
Has tenido suerte, porque normalmente suelo tardar bastante más en publicar algo sobre una película.
ResponderEliminarCuando entramos en un cine nunca sabemos lo que vamos a ver, por lo que no tiene sentido decir "me han tomado el pelo" o "no es lo que me esperaba".
De Medem me gustó Tierra, algo menos Los amantes del círculo polar y, a ratos, Lucía y el sexo.
Saludos.
Manolo, me encanta tu razonamiento ese de lo poco que deberíamos quejarnos de una peli cuando entramos en un cine porque al fin y al cabo lo hacemos por voluntad propia. Conste que es más o menos lo contrario que lo que predica el carrusel deportivo y la cultura futbolística cuando el público pita en los estadios, algo así como "el público es soberano porque es el que paga" (chorrada al canto).
ResponderEliminarEn cualquier caso a mí con esta peli me dió la sensación de pagar 7 euros por tener motivos (más motivos) para rajar de Medem.
Que conste que hasta la parte "truño" final no percibí ese carácter reivindicativo-político de la peli, y la veía más como la historia de un espíritu libre. Me queda la sensación de que, aunque Medem hubiese hecho una película de cowboys, habría tb una referencia a la guerra de Irak (hubiese resultado más útil que hubiese hablado de la burbuja inmobiliaria).
Felicidades por el programa, Manolo.
Bueno, sí te puedes quejar por lo que has visto, pero no puedes decir que te han estafado porque no te ha gustado la película, porque nadie se ha comprometido a que la película te fuera a gustar. Imagino que en el Carrusel verían bien que en los estadios se devolviera el importe integro de la entrada a los hinchas del equipo que perdiera, y un 50% a todos los espectadores en caso de empate.
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