Siendo Lars von Trier uno de los directores en activo que más admiro, puedo entender que a algunos les parezca un farsante, incluso comparto algunas de las críticas lanzadas contra sus títulos más célebres, pero siempre destaco que si no se reconoce que es un artista con mucho talento, por lo menos no se puede negar que es más inteligente que la mayoría de los críticos o que muchos de sus compañeros de profesión (su brillantez pasa desapercibida para aquellos que se detienen en criticar su forma de rodar y vender las películas, y no se fijan en lo brillantemente escritos que están su guiones). Lo que no entiendo es que otros que, como yo, lo admiran, lo sigan haciendo al salir de ver películas como El jefe de todo esto. La voz en off del propio director nos pone en situación acerca de lo que vamos a ver, de un modo que suena a pedir disculpas por la nula calidad de lo que se nos ofrece, como si eso dotara a Lars von Trier de una cierta impunidad diplomática: "a continuación voy a ofreceros la peor película de toda mi carrera, os lo he advertido, por lo tanto no podéis criticarme". La sensación que se tiene en ese momento (del cual es difícil reponerse por más que avance el metraje) es la de que el cineasta danés está acomplejado porque, esta vez, no ha intentado hacer la mayor película de autor europea de la historia. Se trata tan sólo de una comedia que a duras penas supera a títulos que otros directores menos laureados como Francis Veber o Lone Scherfig han firmado sin ningún complejo, un patinazo que Lars von Trier no puede añadir a su currículum sin dar explicaciones. La película se puede resumir como una trama divertida que se sigue sin dificultad a la que le acompañan las obsesiones de su autor por los géneros cinematográficos, algo que también es anunciado por éste explícitamente y de lo que se extrae una lectura más o menos interesante: si el actor interpretado por Jens Albinus asume un personaje de ficción para colarse en la realidad como jefe de una empresa de informática que no tiene director, los continuos giros de la historia invitan a pensar que el auténtico jefe al que hace referencia el título es el propio Lars von Trier que modela la historia a su antojo siguiendo las reglas de la comedia. Y eso es todo.
Pero lo más grave del film es su paupérrimo montaje, que se supone que ha sido realizado automáticamente por un ordenador que, nos tememos, es el nuevo invento con el que Lars von Trier quiere enriquecerse: si con su excelente Los idiotas y con su manifiesto Dogma nos vendió una forma irracional (idiota) de hacer cine, en esta película sobre una empresa de informática nos vende humo con la forma de un cacharro tecnológico denominado Automavision, cuyo funcionamiento y funcionalidad no he conseguido entender, pero cuyo resultado es lamentable por más que, en palabras de su creador, sirva "para limitar la influencia humana y proporcionar a la obra una visión libre de la fuerza de la costumbre y de la estética". Como en Cinco condiciones, no entiendo por qué alguien que intenta dar más libertad al cine se empeña en ponerle cada vez más reglas o en complicar cada vez más los rodajes.
'Direktøren for det hele' - Lars von Trier - 2006 [ficha técnica]
viernes, 6 de abril de 2007
El jefe de todo esto
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