Se sabe que Luis Buñuel contó con Maria Schneider para encarnar a la protagonista de Ese oscuro objeto del deseo pero que, viendo que la actriz "no servía" para el papel, llevó a cabo un arriesgado cambio de última hora, utilizando en su lugar dos actrices para un mismo papel. Al final, la francesa Carole Bouquet daba al personaje una fría elegancia que contrastaba con la carnalidad pasional de la mediterránea Ángela Molina, multiplicando las posibilidades de la novela de Pierre Loüys La femme et le pantin.
Sé que es injusto hablar de un film de estreno (en España) comparándolo con la última película de un genio como Luis Buñuel, pero no pude evitar recordar este magistral recurso mientras veía Palíndromos, cuyo director toma la decisión de utilizar hasta seis actrices (si no recuerdo mal) para el personaje protagonista, sin llegar a los sugerentes resultados de Luis Buñuel, a pesar de que en el caso de Todd Solond la decisión no fue precipitada ni impuesta. El problema de Palíndromos está en su arbitrariedad a la hora de recurrir a una u otra actriz, para lo cual aparentemente no parece haber otra excusa que el punto de vista del personaje, es decir, la niña se imagina a sí misma de una u otra forma según su estado de ánimo, por ejemplo, como una joven de color con obesidad mórbida en momentos de baja autoestima, o como una niña guapa, de pelo corto y piel y ojos claros cuando está sola y perdida, y navega por un río que parece estar encantado. Sin embargo, cabe una interpretación más sugerente desde un punto de vista narrativo, y es que los distintos episodios del film pueden ser reales o pueden existir sólo en la imaginación de la protagonista: en un tramo en el que Aviva es una adolescente delgada y pálida, sus padres descubren el embarazo y le obligan a abortar, llevándola a un quirófano que dejará en la niña trágicas secuelas. Puede que esto suceda premonitoriamente en la imaginación de la joven por lo que, en el siguiente episodio, donde la actriz vuelve a tener los ragos que conocíamos, escapa de casa para evitar lo que imaginó que sus padres harían con ella. De esta manera se van sucediendo hechos que pueden ser reales, fruto de la imaginación de la protagonista o diferentes posibilidades de una misma historia.
También surge del punto de vista de la protagonista ese triste pasado en el que sus padres fallecieron en los atentados del World Trade Center, lo que es sólo el fruto de la inocencia gamberra de una preadolescente, pues no existe en el film ningún indicio de ser una de esas historias posteriores al 11-s, habiendo recurrido su autor a los mismos temas desde hace una década. Ya en Bienvenidos a la casa de muñecas, ponía en práctica su gusto por subrayar los peores vicios de las sociedades occidentales, una obsesión que ha ido aumentando en su posterior filmografía llegando en Palíndromos a sus índices más altos. Esta tendencia sistemática hacia lo malsano es tan condenable como el excesivo edulcoramiento de buena parte del cine mainstream, aunque en este caso los resultados son más plausibles que en propuestas similares, pues aquí el gusto por retratar nuestras miserias hace que Solondz ponga al espectador en una situación más incómoda de lo habitual, no teniendo claro qué juicio emitir contra cada uno de los extraños personajes que se van sucediendo en el viaje de la protagonista. Así, un hombre que se acuesta con una joven de doce años no es ningún demonio, pues siente nauseas ante la imagen de un muñeco de plástico con forma de bebé que ha sido violado con una botella y tirado a la basura, y le atormentará el sentimiento de culpa tras el asesinato de un doctor que practica el aborto, en el que además ha disparado a su hija pequeña por error. Esto último es aprobado por un matrimonio que, por otro lado, recibe con los brazos abiertos a toda clase de jóvenes que han sido maltratados por la sociedad, sin importarles su raza o sus limitaciones, pero siempre que no hayan tenido un oscuro pasado sexual. Uno de estos jóvenes abre su corazón a una niña perdida, pero airea los defectos de sus compañeros conforme se van presentando en la mesa donde comen. Uno de estos compañeros es un joven sano y entero que ayuda a los demás, pero que se mueve, baila y canta con excesivo orgullo entre sus desgraciados congéneres. En todos estos momentos, especialmente en los que transcurren en el hogar de Mama Sunshine, Solondz no nos lo pondrá nada fácil para saber si mira a sus personajes con simpatía, con indiferencia o con crueldad.
Lástima que la aleatoriedad con la que Solondz elige actriz para su personaje se contagie también en la forma en la que estructura su película a modo de episodios encabezados por intertítulos (me pregunto por qué es tan habitual esta práctica entre directores outsiders, y si no será el espectador "independiente" un tonto que necesita que le dividan las cosas en historias acotadas para poder digerirlas por separado). Estos intertítulos casi nunca son necesariamente los más adecuados para las historias, mientras que el título del film, que remite a la propiedad por la que los humanos volvemos a ser lo que fuimos en un principio a pesar de los cambios, no es el más adecuado para una película que, ante todo, habla de la inquisidora y autoritaria mano con la que los adultos destruyen el inocente mundo de los niños.
'Palindromes' - Todd Solondz - 2004 [ficha técnica]
domingo, 8 de octubre de 2006
[Opinión] Palíndromos
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