Tropical Malady está dividida en dos partes de manera tan radical que su segunda mitad se abre con diferente título y nuevos créditos. La primera parte cuenta la relación de amistad y amor homosexual entre dos jovenes taliandeses, Keng y Tong, que viven una historia sencilla, en la que casi nada es un problema para ellos. Es decir, esto no es Brokeback Mountain, ni su director lo quiere así. Éste observa a sus protagonistas con ternura, como si fueran niños despreocupados, para los que es imposible sentir tristeza salvo ante problemas básicos, como un animal de compañía que cae gravemente enfermo, o un ser querido que no sabe leer. Hay en este primer tramo momentos de inigualable sensibilidad. Los actores entregan su alma a los personajes y su director los contempla con la precisión de un documentalista. Todos ellos irán viviendo cada secuencia mientras que la trama no sufre excesivas permutaciones. Cerca del final, ambos jóvenes conocen a una mujer que les cuenta historias misteriosas, tal vez como aperitivo para la segunda mitad del film, más panteista y oscura. Vista esta parte, puede pensarse que la primera "realidad" ocurre dentro de la mente de los protagonistas, su mundo real no es tan paradisíaco, pero el autor recrea para ellos un escenario adoptando la optimista percepción de los enamorados.
Cerca del final de la primera parte se inserta dentro del relato la historia de dos hombres que encuentran a un pequeño monje que les promete riqueza. Esta pequeña inserción en la trama tendrá un efecto negativo en la valoración global del film por dos motivos. El primero es una negligencia dentro del propio film, pues acostumbra al espectador al acceso a tramas paralelas mediante pequeños flashbacks, por lo que éste contemplará la segunda mitad como un problema grave de descompensación narrativa, como "un flashback demasiado largo". El segundo motivo está relacionado con la percepción que los espectadores tenemos acerca del estado del arte cinematográfico, porque el cuento del niño monje no aporta aparentemente nada a la trama, nos suena a uno de esos detalles esotéricos con los que tantos cineastas asiáticos adornan sus películas gratuitamente para caer bien en los festivales europeos, es decir, corremos el riesgo de valorar a Tropical Malady como la típica película oriental que es exótica porque así lo esperan los occidentales.
Ambas apreciaciones serían injustas. Vayamos por partes. Lo lógico sería pensar que la segunda mitad es una continuación de la primera, Keng escucha al finalizar el primer episodio el suceso del ser que está atacando al ganado de los granjeros, con lo que se da paso a la historia de ese soldado que sale en busca de tan misteriosa criatura. En esa misma línea, puede interpretarse la segunda historia como un sueño del protagonista, que ya demostró temor hacia lo desconocido en la secuencia de las grutas, pudiendo perfectamente generarse este relato en su subconsciente como consecuencia de sus inquietudes, por ejemplo, esos detalles que desconoce de la persona amada, "el otro tipo" con el que aparece en viejas fotografías (lo último que vemos al finalizar la primera parte, antes de un repentino fundido en negro). Pero, jugando con que en el film ha aparecido otro flashback, podemos pensar que el segundo episodio se desarrolla en un tiempo anterior, de hecho, hemos visto en el prólogo dos detalles reveladores: unos soldados se fotografían junto a un cadáver del que no sabremos nada, que puede ser perfectamente el de ese otro soldado, y un cuerpo desnudo que camina por la selva, el del extraño ser al que perseguirá el soldado y por el que vivirá extrañas sensaciones. Asímismo, abierta la posibilidad de que se trate de una historia pretérita, puede también ser la historia de los protagonistas del primer episodio en una vida anterior, sabemos que un anciano de la casa de Tong presume de poder recordar 200 años de sus vidas anteriores, mientras que el propio Tong bromea con la idea de haber tenido él mismo la oportunidad de amar a varias mujeres antes de su actual reencarnación, lo que origina los celos de su compañero (de nuevo, sus inquietudes, su miedo a lo desconocido).
En cualquier caso, la fractura central del film permite un diálogo entre ambas mitades de infinitas posibilidades. Algo así lo hemos visto, por poner un ejemplo más cercano culturalmente, en Mulholland Drive, si bien en aquel film el inteligente juego de espejos entre ambas mitades podría interpretarse sin excesiva dificultad y sin dejar demasiados cabos sueltos, mientras que en Tropical Malady, todo es más difícil de cerrar. No obstante, subyace la idea de la interpretación del amor como un extraño y peligroso paraje, en el que perseguimos a una criatura que jamás conocemos del todo y que nos consume. A su autor no le importa el rechazo que puedan sufrir sus protagonistas, y les concede plena libertad social, pero nos explica que los peligros siempre estarán dentro de ellos. En ese sentido, la película es una historia de amor homosexual del siglo XXI, sin la intolerancia de tiempos peores, valiéndose del fascinante poder de la metáfora. Por lo tanto, nada hay de película oriental gratuítamente exótica, sencillamente, es otro de esos directores asiáticos que han venido para guiarnos por desconocidos caminos del arte cinematográfico, de esos artistas cuyo nombre nos cuesta memorizar: Apichatpong Weerasethakul. Más vale que lo anotemos.
'Sud pralad' - Apichatpong Weerasethakul - 2004 [ficha técnica]
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martes, 26 de septiembre de 2006
[Opinión] Tropical Malady
[Opinión] El viento que agita la cebada
Imagino que Ken Loach quiere decirnos que el viento es ese grupo formado por Churchill, Lloyd, George y Birkenhead, entre otros, que con sus movimientos estratégicos agitaron a "la cebada" (el pequeño campesino irlandés) hacia un bando o hacia otro a su antojo, dividiendo el país cuando ya no tenían ningún interés en negarle la independencia. El director británico declaró que esto mismo puede suceder en Irak: cuando las fuerzas de ocupación se vean forzadas a abandonar el país los ciudadanos descubrirán que tienen intereses muy distintos, y estarán condenados a seguir matándose entre sí. Lástima que tan lúcidas palabras no vengan de boca de alguien que, además, sepa plasmar sus ideas mediante el lenguaje cinematográfico, pues es imposible encontrar en su última película, no ya esa loable capacidad para entender todas las guerras presentes y futuras como una repetición del pasado, sino un mínimo de esfuerzo, de solidez en la exposición de ideas, de poder de convicción. Desde el inico, junto a su guionista Paul Laverty, va sembrando inconsistencias a lo largo del film, sin ir más lejos, el protagonista ve como un viejo amigo es ejecutado por el ejército británico, pero mantiene la cabeza fría y sigue fiel a su decisión de emigrar por un trabajo mejor, sin embargo, en la estación de tren, a punto de partir, observa como el mismo ejército golpea a unos trabajadores que se niegan a obedecer, lo cual le hace cambiar de idea y alistarse en las filas rebeldes, ¿es lógico? en absoluto, porque en este incidente no hay ningún muerto y el personaje no conoce personalmente a los perjudicados, pero al narrador no le importa y a los espectadores más vale que tampoco.
No quiero decir con esto que, a sus 60 años, el director de títulos tan interesantes (a ratos) como Riff-Raff, Agenda oculta o Lloviendo piedras, haya perdido por completo sus nociones narrativas, pues hay en su último film algunos momentos que despiertan el interés por el oficio con el que son puestos en escena, tales como la preparación de los atentados y asaltos, o la escena de las ejecuciones a campo abierto; sin duda Ken Loach es un veterano que puede lograr grandes cosas sin despeinarse, pero esta falta de esfuerzo deviene una desgana tras la cual tales secuencias se van ensamblando con aburrida mecánica, en la sala de montaje no hay una idea clara sobre dónde cortar cada episodio y éstos se van sucediendo abruptamente. Algo no funciona en la política de los grandes festivales de cine, si es suficiente con tener cierto currículum para que se aplaudan estas cosas y encima te den el premio gordo en Cannes.
En aquel festival, el director animó "a todo el mundo a que vea sus lealtades en un plano horizontal, más allá de las fronteras nacionales, ésta no es una película acerca de ingleses que golpean irlandeses". Pasando por alto lo ridículo que es un artista que necesita el texto verbal para aleccionar a su público sobre cómo ha de percibir una obra, para lo cual debería ser suficiente el propio lenguaje artístico, he aquí la segunda gran diferencia entre el Ken Loach "ideólogo" y el cineasta, pues lejos de evitar el retrato de ingleses malos que golpean a irlandeses buenos, todos los soldados británicos son presentados como animales descerebrados, que ejecutan y torturan atrozmente, mientras que en los asaltos por parte del bonachón bando irlandés apenas hay sangre, ni siquiera cuando el bando se divide al final del film. Seguro que el jurado que otorgó la Palma de Oro a esta película en el pasado festival de Cannes escupiría una y mil veces contra el relato que se hizo de los japoneses en Pearl Harbour. Sin animo de defender el insoportable film de Michael Bay, sí que me gustaría valorar las películas desde un punto de vista cinematográfico, y no solamente por la cuestionable ideología de sus responsables.
'The Wind That Shakes the Barley' - Ken Loach - 2006 [ficha técnica]
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lunes, 11 de septiembre de 2006
[Opinión] United 93
De todas las teorías conspirativas surgidas a raíz del 11-S, quizás la más aceptada popularmente sea la del avión de combate del ejército americano que derribó en pleno vuelo a otro de la United Airlines, a bordo del cual viajaban decenas de civiles, que iba a ser estrellado contra el Capitolio de la misma forma que los terroristas estrellaron otros vuelos comerciales contra dos rascacielos en Nueva York y El Pentágono. Hay quien va más allá, y añade que el vuelo fue derribado por error, suponiendo un secuestro que nunca se produjo. La versión oficiada por el gobierno americano mediante los medios de comunicación explica que los pasajeros y la tripulación del avión forcejearon con los secuestradores provocando que el avión se estrellara en un lugar alejado del objetivo terrorista.
El principal objetivo de la producción de la Universal United 93 parece ser dejar bien clara la versión oficial del gobierno, a juzgar por los títulos impresos a modo de prólogo, que explican que el presidente no autorizó el ataque al vuelo 93 de la United hasta minutos después de haberse estrellado éste, y que, en cualquier caso, los mandos militares desoyeron la autorización. Sin embargo, esto no será motivo suficiente para Paul Greengrass, quien ya dejó claras en su notable Bloody Sunday sus habilidades para hacer un film político sin politizarlo, para hablar del terrorismo sin necesidad de filmar un acto "terrorista" en su acepción política (como si el hecho de que unos soldados mataran a 13 civiles en una manifestación no fuera terrorismo). El director británico se tomará su tiempo en explicar la excasa capacidad de reacción del personal del ejército americano para responder a semejante barbarie, lo cual imposibilitó cualquier intervención a tiempo pero, por encima de todo eso, le interesan los militares implicados como individuos, que reaccionan con humana conmoción ante el momento en el que el segundo avión se estrella contra la torre Sur del World Trade Center ante la rigurosa mirada de la CNN. Este momento, quizás una de las imágenes más terribles jamás filmadas en toda la historia de la televisión, no puede pasar desapercibido para la mirada de ningún cineasta y constituye el auténtico climax dramático incluso para este film, el cual no habla tanto de hechos como de individuos, mostrando más adelante un ejemplar canto al trabajo colectivo, a la condición humana.
Greengrass llega a la descripción global de lo sucedido mediante una mirada coral a partir de los pequeños gestos de muchos de los implicados en aquel fatídico día, desde el controlador aéreo que escucha algo sospechoso en una comunicación, siendo el primero en hablar de un "hijack" (secuestro), hasta los terribles instantes en los que las victimas envían sus últimas palabras a sus seres queridos, pasando por la descripción completamente limpia y sin juicios de los jóvenes terroristas que secuestraron el avión, la cual guarda ciertas similitudes con la que Spielberg realizó en Munich de otro secuestro dirigido por el terrorismo islámico, también tristemente célebre, en un film bastante irregular en su conjunto pero con apuntes realmente magistrales.
Han pasado cinco años desde la fecha que conmocionó el pensamiento occidental, y el cine ya ha recogido con mayor o menor fortuna multitud de miradas al respecto, ya sea directa (11'09''01, Fahrenheit 9/11) o indirectamente (La última noche, la citada Munich), sin embargo, los medios hablan de United 93 como "la primera película sobre el 11 de septiembre". Esto, que es falso en términos estrictos, puede que se esté propagando debido a esa obsesiva mirada de muchos espectadores que entienden una obra artística como una recreación rigurosa de un hecho, y no le basta una denuncia a modo documental o una lectura subjetiva de los acontecimientos, pero también a que ningún director haya plasmado su testimonio desde la postura que los atentados del 2001 merecían, que nadie haya realizado una película con la mirada temblorosa de los millones de espectadores que fueron testigos de lo sucedido. El film de Greengrass parte, por fin, de un guión sin la mácula del alivio cómico, sin improbables concesiones al espectador, a lo largo del cual se sugieren momentos cuyas terroríficas connotaciones son amplificadas en el momento de su realización: el joven que está a punto de perder el vuelo y que podría haberse salvado, al igual que las azafatas que confiesan no estar contentas con ese trabajo y que podrían haberlo dejado; la puerta del avión que se cierra como un ataud, tras lo cual ya no hay vuelta atrás, o el brutal momento en el que los terroristas emprenden su acción, apuñalando a la tripulación y los pasajeros.
Puede acusarse a Greengrass de tramposo, de jugar con las cartas a su favor, pues cualquier mínimo gesto puede conmocionar al espectador, previamente sensibilizado por la realidad. Sin embargo, el film posee dos características sobresalientes. La primera es el milagro de la narración, ese que hará que los espectadores, aún conociendo de antemano el trágico final de los protagonistas, presencien sus minutos finales con la esperanza de que los pasajeros reduzcan a los terroristas y salven el avión. La segunda es el formidable acercamiento a todos los personajes en cuanto seres humanos, hasta el punto de observar con cariño el momento en el que los secuestradores celebran con juvenil alegría que sus "hermanos" han alcanzado sus objetivos. Al igual que Bloody Sunday, United 93 es una película sobre el terrorismo sin terroristas: sólo con seres humanos.
'United 93' - Paul Greengrass - 2006 [ficha técnica]
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miércoles, 6 de septiembre de 2006
[Opinión] Tiempos de amor, juventud y libertad
El último film del cineasta Taiwanes Hou Hsiao-Hsien tiene como prólogo unas hipnóticas imágenes en el que vemos a unos jóvenes jugando una partida de billar, mientras escuchamos una canción de los Platters. Diríase que repite la jugada de Wong Kar-Wai, quien utilizara canciones de artistas populares occidentales (como Nat King Cole) como fondo de imágenes igualmente estilizadas, en su inolvidable Deseando amar. Más adelante veremos que Hsiao-Hsien no se conformará con recurrir al estilo de su homólogo en Hong Kong, sino que sólo lo utilizará para el primer episodio de un film que consta de tres. En éste, "Tiempo de amor", parece remitirnos a esa inocencia de tiempos pasados que lloró Tarkovsky en Sacrificio, pero sin necesidad de aludir a épocas medievales, sino a 1966 en la ciudad de Kaohsiung, donde los protagonistas se mueven por impulsos naturales, en un canto al amor que posee un optimismo cegador.
Para el segmento central, que se desarrolla en Dadaocheng en 1911, el realizador toma una decisión fallida, al rodar el material con un estilo narrativo convencional en términos actuales, pero aplicándole las limitaciones del cine mudo: no hay sonido, sólo unas espectaculares piezas de cuerda de acompañamiento, de modo que se nos dan a conocer los diálogos de los personajes a modo de intertítulos. El problema se debe a que esta forma primitiva de cine se llevaba a cabo en su momento mediante una técnica cinematográfica que trataba de ocultar esas limitaciones, mientras que Hsiao-Hsien rueda como si el audio no le fuera negado, para después eliminarlo en el montaje final, precisamente en la historia donde el diálogo hablado de los actores es menos accesorio. No obstante, el mensaje final está claro, y la extraña experiencia vale la pena, gracias sobre todo a unos minutos finales realmente emotivos. Al contrario que en el primer tiempo, donde los personajes encontraban el amor, en este "Tiempo de libertad" la joven protagonista perderá la oportunidad de vivir libre.
De esta forma, puede concluirse también el episodio final, en "Tiempo de juventud" es eso precisamente lo que no encuentran los jóvenes: la juventud. A cambio viven en un extraño estado de infancia, pero manchada por la enfermedad y la impureza de la edad adulta. La acción se desarrolla en el actual Taipéi, pero podía ser cualquier gran urbe occidental, así como la ciudad del futuro donde veían pasar la vida a gran velocidad los protagonistas de Solaris, también de Tarkovsky. La conclusión de este capítulo (y del film) es tan desoladora como enigmática, es uno de esos "lugares" de la historia del cine a los que vale la pena volver una y otra vez. El realizador nos ha hablado de épocas pretéritas con la ventaja que da el paso del tiempo, pero no encontrará ningún problema en proyectar su mirada sobre la malsana sociedad actual como lo haría un observador adelantado a su tiempo.
'Zui hao de shi guang' - Hou Hsiao-hsien - 2005 [ficha técnica]
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lunes, 4 de septiembre de 2006
Las 50 mejores películas independientes
Circula por internet una lista de lo que alguien considera como las 50 mejores películas independientes. Dejaré claro que no suelo perder la oportunidad de leer una clasificación de obras artísticas, cualquiera que sea la disciplina o excusa, porque a menudo son fruto de un concienzudo proceso de elaboración y, cuando menos, generan reacciones más interesantes que la propia lista. El problema de esta lista es el que encuentro siempre que se habla de cine en internet, y no es otra cosa que las preferencias cinematográficas del internauta medio, cuya filmoteca delata un total desconocimiento de la Historia del cine, aparte de una inclinación enfermiza por el cine reciente y de habla inglesa. Un buen ejemplo son las 250 mejores películas de los votantes de IMDb, obsesionados por unos 30 años de cine americano, cuyos márgenes abandonan para recurrir a los clásicos del cine (americano) o a las películas más populares de Sergio Leone o Akira Kurosawa, a fin de cuentas, los favoritos de sus favoritos (respectivamente, Quentin Tarantino y George Lucas).
La citada lista de películas independientes no parece estar redactada por este tipo de internautas, sino por un colectivo geek con un conocimiento de nivel "superior", la de ése al que La guerra de las Galaxias y El señor de los anillos ya han dejado de ponerle, lo que mola es Cube, El Mariachi o Clerks, películas menos publicitadas, más inaccesibles y, por lo tanto, mejores (!). El caso es que me cuesta encontrar algún criterio de selección en esta lista que no sea (a) el de presumir de cultura general, presentándole al no iniciado que navega por Google los oscuros pinitos de directores hoy celebérrimos, como Peter Jackson, George Lucas o incluso Martin Scorsese; (b) el de recopilar las películas de visión más incómoda, casi siempre por su tendencia al gore más escatológico aunque sean films pésimos y huecos, pero nunca títulos como Saló o Los 120 días de Sodoma, La pianista o Irreversible, a cuyo incomodo visionado acompaña también un profundo contenido, y (c) el de hacer un estudio económico de películas de bajísimo presupuesto que han generado enormes beneficios o se han convertido en películas de culto gracias a bitácoras y foros de internet.
Sus autores dicen lo siguiente: "Presentamos algunas de las películas más audaces y creativas jamás desenterradas. [...] Hemos calificado todas las entradas asegurándonos que fueron realizadas con lo que consideramos que es un espíritu independiente". Quizá esto venga a justificar por qué en una colección de cine independiente americano aparecen tantas películas británicas, latinoamericanas o europeas. Sin embargo, si se trata de desenterrar el espíritu independiente de John Cassavetes en Sombras, me pregunto dónde están Un perro andaluz, L'Atalante, La regla del juego, Ciudadano Kane, Al final de la escapada, Te querré siempre, Scorpio Rising, Crónica de Anna Magdalena Bach, El maestro de marionetas o Ten, títulos que no solo tuvieron un espíritu independiente respecto a los estudios, sino que se mostraron rebeldes ante el mismísimo lenguaje cinematográfico.
Ésta es la lista, incluyendo los títulos con los que estas películas fueron estrenadas en España:
- Reservoir Dogs [Reservoir Dogs] Quentin Tarantino
- Donnie Darko [Donnie Darko] Richard Kelly
- The Terminator [Terminator] James Cameron
- Clerks [Clerks] Kevin Smith
- Monty Python's Life Of Brian [La vida de Brian] Monty Python
- Night of the Living Dead [La noche de los muertos vivientes] George A. Romero
- Sex, Lies, And Videotape [Sexo, mentiras y cintas de vídeo] Steven Soderbergh
- The Usual Suspects [Sospechosos habituales] Bryan Singer
- Sideways [Entre copas] Alexander Payne
- Mean Streets [Malas calles] Martin Scorsese
- Bad Taste [Mal gusto] Peter Jackson
- Eraserhead [Cabeza borradora] David Lynch
- Memento [Memento] Christopher Nolan
- Stranger Than Paradise [Extraños en el paraíso] Jim Jarmusch
- Blood Simple [Sangre fácil] Joel Coen
- She's Gotta Have It [Nola Darling] Spike Lee
- Cidade de Deus [Ciudad de Dios] Fernando Meirelles
- Withnail And I [Withnail y yo] Bruce Robinson
- Lone Star [Lone Star] John Sayles
- Slacker [Slacker] Richard Linklater
- Roger And Me [Roger y yo] Michael Moore
- Nosferatu, eine Symphonie des Grauens [Nosferatu] F.W. Murnau
- The Evil Dead [Posesión infernal] Sam Raimi
- Happiness [Happiness] Todd Solondz
- Drugstore Cowboy [Drugstore Cowboy] Gus Van Sant
- Lost in Translation [Lost in Translation] Sofia Coppola
- Dark Star [Dark Star] John Carpenter
- In The Company Of Men [En compañía de los hombres] Neil LaBute
- Bad Lieutenant [Teniente corrupto] Abel Ferrara
- Sweet Sweetback Baadassss' Song [Sweet Sweetback Baadassss Song] Melvin Van Peebles
- Pink Flamingos [Pink Flamingos] John Waters
- Two Lane Blacktop [Two Lane Blacktop] Monte Hellman
- Shallow Grave [Tumba abierta] Danny Boyle
- The Blair Witch Project [El proyecto de la Bruja de Blair] Daniel Myrick, Eduardo Sánchez
- THX-1138 [THX-1138] George Lucas
- Buffalo '66 [Buffalo '66] Vincent Gallo
- Being John Malkovich [Cómo ser John Malkovich] Spike Jonze
- Grosse Point Blank [Tiro al blanco] George Armitage
- The Passion Of The Christ [La pasión de Cristo] Martin Scorsese
- The Descent [The Descent] Neil Marshall
- Dead Man's Shoes [Dead Man's Shoes] Shane Meadows
- Swingers [Swingers] Doug Liman
- Shadows [Sombras] John Cassavetes
- Amores Perros [Amores Perros] Alejandro Gonzalez Iñarritu
- Mad Max [Mad Max,Salvajes de Autopista] George Miller
- The Texas Chain Saw Massacre [La matanza de Texas] Tobe Hooper
- Blood Feast [Blood Feast] Herschell Gordon Lewis
- Cube [Cube] Vincenzo Natali
- Run Lola Run [Corre Lola corre] Tom Tykwer
- El Mariachi [El Mariachi] Robert Rodríguez