Para la carrera cinematográfica de Mat Whitecross, como para la de muchos otros novatos, es más importante el haber colaborado como técnico en una sucesión de films de alguien reconocido que el haber dirigido un cortometraje y tres videoclips. Porque estos videoclips no le han facilitado (al menos de manera directa) llegar a aparecer como co-director en Camino a Guantánamo. Este hecho, cuyas auténticas causas desconozco, quizás responda a un problema de logística: un director al frente de una película como Código 46 debe coordinar la labor de un enorme equipo de profesionales. Pero cuando ese mismo director se embarca en una modesta aventura como In this world tal vez sólo necesite la compañía de un puñado de técnicos, dentro del cual el trabajo individual puede ganar en importancia al del propio director, con lo que sería injusto no premiar al montador o al operador de cámara con un ascenso.
En aquella película se mostraba el peligroso viaje de dos jóvenes refugiados afganos que arriesgaban su vida para llegar a Inglaterra. El polifacético Winterbottom (que ha sido capaz en los últimos años de saltar del western a la ciencia ficción pasando por el porno), aplicaba el método del falso documental, dotando de un realismo bastante digno a las imágenes. En Camino a Guantánamo, Winterbottom y Whitecross repiten, en cierto modo, temática, estilo, estructura y credibilidad (debida sobre todo a unas impecables interpretaciones de actores, en su mayoría, no profesionales), lo cual invita a pensar que ambas películas son sólo las dos primeras partes de una serie que continuará en el futuro.
Camino a Guantánamo, como El proyecto de la Bruja de Blair, es en el fondo un film de terror rodado con pocos medios, en el que unos jóvenes inocentes emprenden una aventura que se convierte en una pesadilla. Reconozcamos que dentro del género hubiera funcionado a la perfección pero, como en In this world, el material de partida es bastante más serio que un cuento de brujas, y la historia necesita tiempo para denunciar a países y organizaciones, no sólo al Ejercito Americano que regenta la tristemente célebre prisión cubana, sino también a la Alianza del Norte, en cuyas manos perecen decenas de jóvenes detenidos, o a las inexistentes fronteras entre los países del tercer mundo que convierten a cualquiera en sospechoso.
El problema de los hechos ocurridos en la prisión de Guantánamo es que se trata de un tema demasiado de actualidad para resistir la tentación de situarse al lado de algún bando. Al principio del film vemos a George Bush y a Tony Blair hablando de colaboración internacional contra el terrorismo y cosas parecidas. Desde este momento ya no es posible el cuento de terror, ya no importa si el estilo es más o menos interesante, ni hay sitio para una visión limpia y objetiva de las cosas. Porque la película es, desde el principio, un ejemplo de partidismo. La mitad de los espectadores dirán que Winterbottom es muy valiente por atreverse a contar la verdad. La otra mitad alegará que no le importan las miles de victimas que perecieron en los atentados del 11 de septiembre. En ambos casos, se habrán conseguido las mismas reacciones políticas que las desencadenadas tras un debate televisado, a mi juicio, un efecto demasiado vulgar para una obra artística.
Los propios supervivientes de las vejaciones y torturas recibidas en Guantánamo reconocen tras la experiencia sufrida que ésta les ha servido para comprender que el mundo no es un buen lugar donde vivir. Lo paradójico es que Winterbottom y sus técnicos, que no estuvieron implicados en los acontecimientos, no adoptan una visión tan imparcial de los hechos. Una lástima.
'The Road to Guantanamo' - Michael Winterbottom, Mat Whitecross - 2006 [ficha técnica]
lunes, 7 de agosto de 2006
[Opinión] Camino a Guantánamo
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