"1: En un arranque impactante, los personajes principales (y sus limitaciones) son presentados. 2: Tras un equívoco o accidente los personajes principales inician un viaje o una larga fase de aprendizaje. 3: En un desenlace espectacular, los personajes se comportan de una forma diferente a la del comienzo, porque han superado o aceptado sus limitaciones. 4: Epílogo."
Sin haber visto Cars no es difícil adivinar que la visión de los estudios Pixar del mundo de las cuatro ruedas tiene la estructura antes expuesta. También que en ella se producen una o dos escenas mejorables, por su excesiva sensiblería, y que contiene un fuerte contenido molarizante (al fin y al cabo, es otra película Disney). El caso es que el esqueleto de cualquier otro film del citado estudio es, como mucho, una leve variación de esta estructura. Por si fuera poco, tan simple fórmula narrativa la conducen objetos ingenuos e infantiles, como juguetes que juegan solos o monstruos que trabajan asustando a niños. Por esto, yo siempre imagino a sus directivos encargando ideas que se construyen en tres minutos para convertirlas en productos que requieren tres años de duro trabajo, tanto para dejar claro que están a la vanguardia de la recreación por ordenador, como para ofrecer un producto bien acabado en cuanto a valores estrictamente cinematográficos. Quizás sea éste el secreto del éxito de esta compañía, que sacó a la Disney de lo que podía haber sido su peor crisis: La fe ciega en las posibilidades de cualquier premisa, por simple que parezca.
También puede que esté ahí la clave de por qué este nuevo cine de animación llega de igual manera a públicos de tan diferentes edades. Se trata de desarrollar la idea de un niño (objetos inanimados que están vivos) con una madurez que supera a gran parte de los productos de entretinimiento para adultos (baste comparar los resultados de un magnífico film de superhéroes como Los increíbles con despropósitos como Catwoman, Batman & Robin, Elektra, Spawn, ...). Es la principal diferencia entre Pixar y sus más importantes competidoras, como Dreamworks, donde parece que el proceso creativo se produce al revés, partiendo de una lista de ideas adultas que se ensamblan con mayor o menor fortuna en un escenario infantil. Por ejemplo, a mi juicio, siempre será más atractivo el cuento de la cigarra y la hormiga evolucionado hasta obtener un digno remake de Los siete samuráis, como ocurre en Bichos, que la comedia con un personaje a lo Woody Allen adaptado a la piel de una hormiga que puede hablar y que vive en una sociedad superpoblada, como ocurre en Hormigaz.
Ello no significa que los guionistas no encuentren sitio en los films de Pixar, especialmente en Cars, para insertar en el relato una serie de situaciones que, sin dejar de ser aptas para menores (el primer mandamiento de casi todas las superproducciones de animación) sólo están al alcance del público adulto, hasta el extremo de bromear con la parafernalia sexual de hombres y mujeres, en la escena en la que el protagonista fija su atención en la pegatina que el Porsche femenino lleva en la parte trasera a modo de tatuaje. Quizá en ese sentido, lo más llamativo sea la caracterización con la que se dota a cada personaje, basándose en la idea de que cada vehículo es una muestra de la personalidad de su conductor, que hacen que me plantee si no es Cars la road movie del siglo XXI: los "tuneados" que son molestos y presumidos; el camión que realiza largos viajes sin descartar un merecido descanso en un área de servicio; la pareja de acomodados monovolúmenes que se despistan en el camino a sus vacaciones; la fugoneta Volkswagen amiga de los combustibles ecológicos, y, sobre todo, el Fiat de origen italiano cuya embellecedor delantero hace de bigote puntiagudo, una genial idea que no le hubiera venido pequeña a cualquier personaje clásico de la historia de la animación.
'Cars' - John Lasseter, Joe Ranft - 2006 [ficha técnica]
sábado, 15 de julio de 2006
[Opinión] Cars
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En películas de animación como "Cars", los actores de doblaje son esenciales. Su talento da vida a los personajes, llevando emociones y diversión a través de sus voces únicas.
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